jueves, 10 de enero de 2013

Quizás le deba algo a alguien y ese alguien me lo deba a mi, sin embargo nadie mueve ficha, nadie reclama lo que fue suyo, porque volver a tenerlo requiere cerrar algo de nuestras vidas que nunca nos gusta abandonar. Supongo que a veces seguir duele. Aunque no haga frío. Así que, te debo miles de abrazos y besos que me callo. Te debo tardes y noches sin movernos de una cama, escuchando cualquier cosa que digas, sin protestar. Algunos tragos, unos tequilas, por nosotros, por lo niños que hemos dejado de ser, por tontos. Te debo volver a casa juntos, desayunar en la cama y comer en el sofá. Te debo muchos mensajes y llamadas de madrugada, un par de bailes y brindar. Un viaje al fin del mundo y muchas fotos. Te debo un paseo sin rumbo, por dónde yo diga, por dónde tú quieras. Te debo tantas palabras que no caben aquí, ni aquí ni en ninguna parte. Te debo tantas cosas que te las iré devolviendo con calma, paciencia y con esa manía que tengo en la que aparece el factor sorpresa, pero quería empezar por esta: Lo siento.

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