martes, 8 de enero de 2013

¿Y si sí? ¿Y si no? ¿Y si no te lo digo y nos quedamos sin saberlo? Ni tú, ni yo, ni nosotros. Usando esa lógica de la que tanto hablan los matemáticos, que no saben nada del amor, esa lógica que me dice que no, que yo no te gusto, que no existo para ti, que no me ves... Esos matemáticos, no me gustan, no me gustan ellos, que no saben hablar de la ilusión, de la esperanza, del miedo que da oír un "no", y del miedo aún más grande a no saber, a rechazar la mínima posibilidad de un "sí". Ni me gustan sus teorías, porque la vida no son números, porque los sentimientos no son ecuaciones, porque no hay teoremas ni leyes que expliquen por qué me gustas tanto, por qué te miro y te quiero besar, por qué sonríes y de repente sonrío yo también... No, no me gusta esa lógica matemática que me aleja de ti, que me divide las esperanzas de estar contigo pero que no resta las ganas de besarte... Así que prefiero la opción B, como en un examen que tiene dos posibilidades. La cara A es demasiado difícil, sabes que te va a costar demasiado resolverlo. Como a mí me costaría demasiado aceptar ese "no" y olvidarme de ti. Sin embargo, la opción B es la más fácil, o al menos a mí me lo parece. Porque es la opción de la esperanza, de la remota posibilidad de que cambies de idea. Tengo dos opciones, y elijo la segunda: quedarme a tu lado y convertir el "no" en "sí". Porque vale la pena, porque soy cabezota, porque soy orgullosa, porque me gustas demasiado, porque te quiero... por lo que quieras creer, da igual. El caso es que me quedaré a tu lado, construyendo sonrisas y recuerdos... 

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